El esperanto es una lengua que fue creada por el doctor polaco Zamenhof, alrededor del año 1887. Propone unas reglas gramaticales y conjugación muy fáciles, accesibles a todos los pueblos, lo más simplificado posible para que su enseñanza sea muy fácil y práctica, tomando sus raíces de las lenguas indo-europeas. Además, tiene un sistema que permite construir más y más frases y palabras con tan solo añadir sufijos y prefijos a la palabra “raíz”.
Al ser una lengua creada, se elimina toda posibilidad de excepción, lo que hace una lengua exacta y fácil de aprender. Se olvida el esperanto-parlante de cualquier excepción o dificultad, lo que se aplica para una situación gramatical, se aplica para la universalidad de las situaciones. Otra cosa es que los verbos, si bien se conjugan según su tiempo, no cambian su morfología según la persona sobre la que recae la acción. Un solo verbo conjugado en un tiempo determinado se utiliza para todos los pronombres personales.
Por ejemplo, la terminación de las palabras (una de las vocales o consonantes) especifica el tipo de palabra de la que se trata, por ejemplo las palabras: kolombo, porko, bovo y hundo, son todos sustantivos; lo que termina en “AS” es verbo en presente, y así sucesivamente, con todas las terminaciones. Por lo tanto, se puede decir que gramaticalmente, el esperanto es una lengua muy rica dado que posee estructuras de composición que son a la vez extendidas pero sencillas de aplicar y lo más importante, sin excepciones.
Más allá de una “lengua creada”, el esperanto supone una balanza de justicia para toda la humanidad. Al ser una creación y no ser inherente a un solo pueblo, es a la vez lengua segunda para todos, lo que para su aprendizaje supone un estudio del parlante, y no un aprendizaje natural y “materno”, lo que pone a todos los esperanto-parlantes en una misma situación: representa un esfuerzo universal el hablarlo. A diferencia del inglés u otras lenguas que por la globalización y sus relaciones comerciales, obligan su aprendizaje a la persona que quiera comunicar, existiendo personas que han aprendido esa lengua de forma casi natural, creando una especie de ventaja un poco injusta, sobre todo en relaciones de intercambio y comerciales.Sin embargo, el pilar del esperanto, más allá de su riqueza gramatical y sencillez para aprender, es el pensamiento para lo cual fue creado; la perspectiva de su motivación, esa idea e inquietud humana y final. Un lenguaje o idioma tiene por finalidad la comunicación, sí; pero ¿que comunicación nos propone el inglés, por ejemplo, que es un lenguaje casi universal? ¿Cuál sería la diferencia en que todos aprendiéramos inglés para comunicarnos, o esperanto? Que el inglés, además del mero idioma, supone asimilar estructuras sociales dependiendo del lugar en donde se hable, para poder comunicarse con las personas de ese círculo social, poniéndose en clara desventaja la persona que desea comunicarse con aquellas personas que lo utilizan como su lengua madre. Además, el asimilar las estructuras sociales de una cultura específica a través del idioma pone a la contraparte en una posición inferior, no siendo capaz dicha persona de reflejar lo propio de su cultura, dado que el idioma por aprender simplemente no lo contempla.
El esperanto pone fin a los desbalances y crea un común denominador para la comunicación internacional. El esperanto no es la lengua de ningún imperio ni de ninguna hegemonía
Quien aprende esperanto aprende un medio limpio de cualquier ideología, supremacía política o económica por lo general injusta, se hace de un idioma que fue pensado por un ser humano y para el resto de seres humanos, dejando de lado todo interés económico; se hace un idioma capaz de expresar cualquier idea por la idea en sí misma, desprendiéndose de toda carga cultural que cualquier otra lengua posee y se abre una perspectiva amplísima para forjar lo que será el ambiente del esperantista.
El esperanto más que una lengua en sí, es una nueva manera de comunicarse.
